Nuestra región se está transformando y, junto con ella, la forma en que como hacemos negocios. Hace unos años, un emprendedor analizaba su mercado, identificaba el cliente para su producto o servicio y hacía gala de la atención, hospitalidad y familiaridad que caracterizan a los colombianos. En ese entonces, esto probablemente era suficiente. Lo que sucedía en otras partes del mundo rara vez nos afectaba con la misma velocidad.
Hoy en día, las empresas de todos los tamaños nos enfrentamos a nuevos desafíos en un mercado que cuenta con más herramientas para informarse, tomar decisiones y cambiar de necesidades rápidamente. Frente a este panorama, la mentalidad de problema podría llevarte a pensar que eres un experto con todas las respuestas. ¿Y cómo no? Después de todo, has estado inmerso en este negocio durante tanto tiempo, lo conoces de principio a fin, ¿verdad?
Te propongo un ejercicio de reconocimiento. Imagina que, al caminar hacia tu empresa, observas cómo ha cambiado el barrio, el vecino, la empresa de enfrente, los acentos, el idioma, el vestuario, la competencia… Seguramente luce diferente.
En un escenario incierto, adoptemos una mentalidad de posibilidad, aquella que te hace pensar como un principiante, siempre dispuesto a aprender y explorar nuevas oportunidades. Adaptarse al cambio constante será más sencillo si te preguntas: ¿cómo puedo hacer que esto funcione? ¿Y si ajusto la forma en que siempre realizo una venta o una compra? ¿Qué recursos puedo aprovechar mejor?
Lo más importante es estar dispuestos a aprender, ya sea de los clientes, proveedores, vecinos, comunidad o incluso de la competencia. Así podremos adquirir nuevas habilidades y conocimientos para alcanzar nuestras metas.