Por nuestra Directora Ejecutiva Lina María Montoya.
Publicado en: ADN
Cada microempresa es una historia de esfuerzo, dedicación y trabajo digno. Estos atributos han forjado la cultura emprendedora que nos caracteriza, una cultura que, en sus inicios, estuvo marcada por hombres jefes de hogar que construyeron el camino del tejido empresarial de Colombia. Hoy, queremos resaltar el trabajo de esos padres que no solo levantan sus negocios, sino que también construyen un legado duradero para sus familias y comunidades.
En un país como el nuestro, el trabajo digno es una aspiración que muchos persiguen. Y son muchos los padres que, a través de sus negocios, demuestran que esta meta es alcanzable. El éxito de una microempresa no se logra en solitario; detrás de cada hombre que lidera un negocio hay una familia que comparte sus sueños y desafíos. Estos padres enseñan a sus hijos la importancia del trabajo en equipo y la capacidad de sumar esfuerzos hacia un objetivo común. En este proceso, la familia se convierte en un pilar fundamental, donde cada miembro aporta su talento y es en este ambiente de colaboración y apoyo mutuo donde se forjan los valores que trascienden generaciones y se cultivan nuevos liderazgos más arriesgados, libres, creativos y abiertos al aprendizaje.
En este mes, en el que se celebra la diversidad, la equidad y la inclusión, queremos destacar el papel protagónico de esos padres emprendedores que, con sus microempresas, abrazan conceptos de inclusión, nuevas masculinidades, respeto y diversidad. Estos hombres están construyendo una sociedad más justa y equitativa. Al involucrarse en la crianza y el cuidado de sus hijos, están enseñando a las nuevas generaciones la importancia del trabajo colaborativo, del pensamiento abierto y crítico, la implementación de acciones decididas para el cierre de brechas y un liderazgo consciente e inspirador.