El Maestro del Trompo

Abadías Antonio Díaz es uno de esos emprendedores que nos gusta destacar en Interactuar, no solo por tratar de mantener viva la tradición de los juegos callejeros en una época en la que han sido olvidados, sino porque con su empresa de trompos ha logrado alcanzar sus sueños empresariales y darle educación a sus seis hijos.

 

Don Antonio está cerca de cumplir 70 años y los últimos 25 los ha dedicado a fabricar y vender trompos por todo el país. Una pasión que descubrió a sus 45 años en Buga, Valle del Cauca, cuando presenció cómo moldeaban un tronco de madera para crear ese elemento que se enrolla en una cuerda para lanzarlo y hacer que gire sobre sí mismo durante varios segundos.

 

Oriundo de Tuluá, Valle, después de este momento de inspiración don Antonio se fue para Bogotá con uno de sus cuñados y allí aprendió a fabricar trompos, yoyos y pirinolas en el torno -máquina con la actualmente continúa trabajando-, luego recibió una invitación para participar en los Juegos Nacionales Recreativos y Tradicionales de Calle que se celebran en el municipio de Caldas, Antioquia, y la calidez de la gente de esas tierras lo animaron para erradicarse allí. En Caldas formó la Escuela del Trompo y gracias a eso su nombre suena en diferentes partes del país cuando necesitan expertos en la materia, convirtiéndose en una autoridad de los distintos torneos de trompo que se realizan en Colombia.

 

Actualmente vive con Rosalba Salcedo, su compañera desde hace 20 años, y con su apoyo ha logrado sacar adelante a sus hijos… como dice don Antonio, “levanté seis hijos a punta de trompo”, aunque solo uno, el mayor, se dedicó a este mismo negocio y vive en Bogotá.

 

Luego de más de dos décadas en este negocio, ahora hace trompos y otros juegos por encargo; la gente se los pide de diferentes tamaños, formas y colores, y él con su experiencia los hace al gusto del cliente. También continúa asistiendo a las ferias y a los tradicionales juegos de la calle de Caldas, pues no solo los fabrica sino que también siente una pasión por el juego y por enseñarle a jugar a los niños.  “El juego ayuda a olvidar cosas malas y a enseñar cosas buenas”.

 

Con el apoyo de los créditos de Interactuar compró nueva maquinaria y materia prima para su empresa, que gracias al amor por lo que hace nunca le ha ido mal. “Gracias a Dios nunca me ha faltado nada y la empresa está estable, nunca la he dejado caer. Para este negocio se necesita tener dedicación, a más de uno le he enseñado a fabricar trompos, pero por falta de dedicación su negocio no ha prosperado.”

 

Su sueño ahora es encontrar apoyo para crear un programa con niños, niñas y jóvenes habitantes de calle, para enseñarles este oficio y que como él, puedan tener su propio negocio con trompos, yoyos o demás juegos que con madera y un torno le pueden dar vida.

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